Cuando eres adicto a la tristeza
siempre habrá maneras de encontrarla.
De llorar lagrimas que desconoces
y perderte en vacios inconscientes.
Te das cuenta
que los senderos recorridos
te llevan siempre
a descubrir
nuevas rutas de miseria…
…De dolor incuestionable.
Cuando la tristeza es un vicio,
sabes hallarla inclusive en las sonrisas.
Ves reflejos de nostalgia en las miradas
y te regocijas en los claroscuros de la vida.
Sabes penetrar tus venas
desgarrar el alma
e ir más profundo.
Cada día más adentro…
…. Cada vez más oscuro.
Cuando descubres
que estás en la línea negra del inconsciente,
que perteneces al área
donde los demonios se ocultan,
entiendes que la agonía
puede ser palpable, deleitable.
Encuentras en el dolor,
el azúcar amargo de la vida.
Seduces a la nostalgia
y te tomas una tarde
aplazado en la melancolía.
Cuando eres adicto a la tristeza,
sabes que el vaivén de las emociones
es un laberinto sin salida.
Que el oxigeno nunca alcanza
que las premoniciones permanecen…
…Y que los fantasmas nunca se largan.