domingo, 18 de octubre de 2009

El final de la historia.

A veces el final llega por inercia,
se entromete a la mitad de la historia,
te mueve las entrañas
y te sacude la vida.

El adiós huele siempre a madera,
a capuchino, a canela,
y viene acompañada
por conversaciones largas en la mente,
relojes detenidos, tardes de refugio…

…Noches de desolación.

A veces, llega por costumbre,
porque resulta el próximo paso,
porque se agotó la tinta de los labios
o la respiración agitada
tomó un curso diferente.

Hay finales que llegan sin mencionarse,
solo suceden a la mitad de un beso,
y así, sin lágrimas ni explicaciones,
cruzas la puerta.

El final, dicen,
llega con toneladas de conocimiento.
Una gran lección al respecto
es que los demonios
nunca duermen profundo.

Las despedidas vienen siempre acompañadas
por silencios y misterios,
dudas y culpabilidades,
provocaciones, hastió del alma,
noches de insomnio,
y putrefacción en la memoria.

El final, tiene mucho de agonía
de hedor en la sangre.
de distancia indeleble,
de dolor inexplicable.

El final de la historia,
A mi me viene sobrando.

El final de la historia
Toma, te la estoy regalando.