Morirse,
cualquiera lo hace.
Ya sea que te sientes a esperar
que te caigan los años de
pronto
o que te busques la oportunidad
y te le adelantes a la
vida.
Morirse es simple, burdo, llano,
no como las decisiones complejas
de comprarse o no un helado,
o salir a dar una vuelta al parque.
y por eso cualquiera puede hacerlo.
aunque, el valor, sea lo que justifique evitarlo.
Morirse, créeme
lo hace cualquiera.
El bichito que retumba en la ventana,
la flor que olvida robarle luz al sol,
el hombre que se olvida de la risa.
No es que tengamos un manual
que nos explique "Cómo morirse"
y eso es porque de cierta manera
todos sabemos hacerlo
y sin duda, vamos a lograrlo algún día.
y sin duda, vamos a lograrlo algún día.
La muerte es tan fácil,
que la vamos sazonando todo el tiempo.
Desaparecer entre los silencios,
ocultarse entre las sombras,
alejarse de las conversaciones,
ignorar a quien te ama,
negar un beso.
Eso es morir de a poco
y lo hacemos todos los días.
Justo ahora,
mientras leo de la muerte,
la escribo
o la describo,
pedacitos de vida se me van apagando.
En cambio, vivir la vida
ahí se saborea lo complicado.