miércoles, 26 de agosto de 2009

Arándano y madera...

Escucho atenta
el mediocre sonido de la soledad
silbando en tus labios.
Mientras paseas tus dedos
entre los matices de tu cara
y buscas darle sentido
al remordimiento de tu alma.

Yo paciente te observo,
Te aniquilo.

Te encuentro inverosímil y frustrado,
con más absolución que redención en los bolsillos,
con la sangre lavada y marchita,
las palabras carentes de sentido
y el invierno posando en tu pelo.

Leo de nuevo tu amargura
que se contagia con solo verte,
recorro el camino trazado
por tus gotas saladas
y me inundas de las miserias de tu vida.

Juego con tu historia mental
y disimulo sentirme atenta
pero para ser honesta,
deje de escucharte antes de abrir la puerta.

Te percibo…
…Sigues oliendo a arándano y madera.

Tu hablas, hablas sin saciarte,
dices cosas sin sentido.
Escupes letras y pronuncias mi nombre.

Analizo tus brazos carentes de universo
tu sonries conforme,
cuando crees haber ganado terreno.

Y yo, paciente te observo
y yo, paciente… te aniquilo.

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